sábado, 11 de junio de 2011

Los conventos de los frailes

En la historia de México los conventos fueron una parte muy importante a lo largo de muchos siglos; durante ese tiempo existieron tres órdenes de frailes en Nueva España: los franciscanos (1523), los domínicos (1526) y los agustinos (1533).

Los conventos fueron construidos a distancias muy grandes unos de otros. Los dominicos y los agustinos se ubicaron en sitios opuestos respecto a la Plaza Mayor; Santo Domingo al norte, San Francisco al Occidente y San Agustín al Sur.

En los años que correspondieron al mandato del virrey Antonio de Mendoza (1535-1550), la cuidad se amplió poco a poco, entre ellas estuvo el levantamiento de de la iglesia agustina; y con el paso de los años muchos edificios fueron ampliados con la construcción de atrios, compra de terrenos y donaciones.

En la segunda etapa del siglo XVI, comenzó una nueva etapa en la cuidad con el Virrey Luis de Velasco (sucesor de Mendoza) solicitó los servicios de un arquitecto español muy reconocido en aquella época, llamado Claudio de Arciniega, el cuál fue maestro mayor de arquitectura de la Catedral de México y autor de su traza. En san Francisco hizo trabajos en la sala de Profundis; también construyó las iglesias de San Agustín y Santo Domingo.

Existen muchos datos importantes y curiosos de estos recintos, pero eso lo veremos más adelante cuando se traten más a profundidad.

Como decíamos, en la segunda mitad del siglo XVI, ocurrió una metamorfosis total con la llegada de grandes arquitectos, entre ellos Arciniega, Becerra, entre otros. Las construcciones primitivas fueron remplazadas por suntuosos y elegantes edificios con una fisonomía inscrita en el espíritu renacentista.

Hacia 1572, los jesuitas se alojaron en el convento de San Agustín, todo estuvo bien, hasta que en 1580-1585, cuando decidieron fundar su Casa Profesa, los jesuitas tuvieron que enfrentar muchos conflictos, pues no contaban con terrenos para hacer construcciones en la parte céntrica y los religiosos de otras ordenes, se negaron rotundamente a que fueran vecinos, y estaban en todo su derecho, ya que había derechos pontificios que los protegían, ya que estaba prohibido que se establecieran nuevas ordenes en un área de 400 a 1300 metros a la redonda; y tenían buenas razones para oponerse, pues sus limosnas y donativos reducían considerablemente.

Finalmente, después de algún tiempo, los jesuitas pudieron hacer su construcción en la Calle de San Francisco esquina con Oidores.

Pasaron los años y nuevas órdenes religiosas fueron llegando, como lo mercedarios (1582) y los carmelitas (1585). Los primeros, procedentes de Guatemala, tuvieron noviciado y colegio hasta 1593. Los segundos tuvieron que irse primero a la ermita de San Sebastián y después a los límites de la traza, donde hoy en día se encuentra la Plaza del Carmen. Otras órdenes menos conocidas, como los dieguinos, se establecieron en 1591

Las órdenes hospitalarias fueron instalándose poco a poco, hasta que la ciudad estuvo llena de conventos; los religiosos de cada orden portaban hábitos de distintos colores, con lo cuál se les podía distinguir. Los conventos de frailes se llegaron a convertir en auténticas ciudadelas, a ellos acudían diferentes sectores de la población para formar cofradías y hermandades.

Cada orden respectivo colegio: los dominicos tenían el Colegio de San Pablo y los jesuitas el de San Pedro y San Pablo y el de San Gregorio.

Sin embargo, el tiempo no pasó en balde, éstos edificios de religiosos, hoy en día se encuetran semidestruidos, mutilados, ó arrasados, en su época fueron una parte importante de la capital, dándole una fisonomía a la cuidad y enriqueciendo su nomenclatura. De todos ellos, ninguno de ellos se encuentra completo.

En las siguientes publicaciones visitaremos cada uno de los conventos de frailes, para conocer su historia, noticias y como fue su final y algunos casos, destrucción.

Primero conoceremos los conventos de hombres y posteriormente los de mujeres.

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